NUESTROS FUNDADORES :

Florentina Nicol Goñi nació en Tafalla, Navarra (España), el 14 de marzo de 1868. Al día siguiente recibió el bautismo. Entró en la Iglesia bajo la protección, del santo del día. Algazara en la calle por el bautismo celebrado en la parroquia de Santa María de Tafalla. Fue la hija menor de Juan Nicol Zalduendo, al que llamaban Mentxo y de Águeda Goñi Vidal. Sus hermanas fueron Concepción, diez años mayor que Florentina, Luisa de cuatro años y Marcelina de tres.
La casa familiar estaba situada en el Camino Real, en lo que hoy es el número once de la calle Severino Fernández. Enfrente de la casa, Juan atendía a los tafalleses y vecinos de los pueblos cercanos, en su almacén llamado Alpargatería Nicol, más conocido como CASA MENCHO: Alpargatas, serones, sogas de esparto, aperos de labranza, garrafones, botas de vino y cuantos objetos podamos imaginar para cubrir las necesidades de aquel mundo rural, componían el paisaje del almacén donde Mencho trabajaba y, según cuentan las crónicas, alparceaba con los vecinos sobre los alborotos políticos que ocurrían en Madrid y que concluyeron con la caída de Isabel II. Juan Nicol, carlista declarado, defendió con ardor sus ideales políticos hasta el punto de verse en el paredón ante un piquete de fusilamiento isabelino, del que pudo escapar con la ayuda de amigos y parientes.
El día 15 de noviembre de 1872, falleció Águeda Goñi, con sólo 32 años, cuando llevaba apenas 15 casada con el padre de Florentina. Juan Nicol quedaba solo con las cuatro hijas. Concepción, la mayor, tomó las riendas de la casa hasta que su compromiso con un sargento isabelino acabó en boda.
Mentxo, dos años después de fallecer su esposa, se casó con María Palacios el 14 de septiembre de 1874. María a los 37 años, era viuda y tenía un hijo: Desiderio Ezcurra, un poco mayor que Flori (pues así llamaban a la futura Madre Ascensión). Desiderio ayudaba al padrastro en la tienda; a la muerte de Juan Nicol, la alpargatería se convertiría en la Ferretería Ezcurra.
Parece que María Palacios fue una madre estupenda. La Madre Ascensión decía siempre de ella: “No me hubiera querido más mi propia madre”.
El 24 de febrero de 1940, cuando le faltaban veinte días para cumplir 72 años, murió en la Casa Matriz de Pamplona.
Las Misioneras Dominicas abarcaban entonces tres provincias con 150 religiosas. Desde 1943 que se instalaron en Bolivia, hasta 1990, con la primera fundación en Australia, su labor se extendió en América, por Perú, Chile, Ecuador, República Dominicana, Puerto Rico, Guatemala, México y Nicaragua; en África están presentes en Mozambique, Angola, Congo, Camerún; en Asia, en Taiwán, Macau, India, Filipinas y Timor.
En los Capítulos de 1968 y 1974, y todavía más aun en el Capítulo de 1996, afinaron más su compromiso:
“Optamos -afirman las misioneras- por trabajar en defensa de la vida, la justicia y la paz, la defensa de los derechos humanos (especialmente de la mujer) y todo lo que significa solidaridad con esta causa. Optamos por una evangelización liberadora y profética que sea aporte significativo a la construcción de una iglesia universal que recoja e integre en su seno toda la riqueza y variedad de expresiones humanas que Dios derramó en el mundo”.
El 24 de septiembre de 1962 se abrió en Pamplona (España) el Proceso de Canonización. En abril de 2003, en presencia del Papa Juan Pablo II, se leyó el decreto sobre las virtudes heroicas, y en diciembre de 2004 el relativo al milagro. Fue beatificada el 15 de mayo de 2005, día de Pentecostés
''NO BASTA HACER EL BIEN,ES NECESARIO HACERLO BIEN''
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